Los enfermos (casi) siempre tienen razón… y son tratados, muchas veces, antes de diagnosticarlos correctamente

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Los enfermos (casi) siempre tienen razón… y son tratados, muchas veces, antes de diagnosticarlos correctamente

 

“No es la mejor manera de tratar a los enfermos que un médico ignorante acumule remedios sobre remedios” (Erasmo de Rotterdam)

Siempre o casi siempre que escribo sobre la experiencia personal en mi trabajo como médico, acabo recordando al doctor Martino, el cirujano general del Hospital Marqués de Valdecilla de Santander, al que conocí cuando estuve haciendo allí la especialidad de neumología y que operó del estómago a mi madre, cuando aún estaba yo allí, y a mi suegro, cuando ya me había ido y estaba en Orense.

Coincidí en muchas guardias con él en el hospital y me enseñó cosas muy importantes. Pero, sobre todas ellas, recuerdo estas. Siempre que se acercaba a la cama de un enfermo post-operado a hablar con él, mientras lo hacía, le tomaba el pulso. Un pulso rápido en un paciente postoperado puede indicar que las cosas no van como tienen que ir. Puede haberse producido una infección u otro tipo de complicación postoperatoria. Siempre me decía que estudiara mucho, pero que aún era más importante que viera muchos enfermos porque con ellos era con quien se aprendía más medicina. La práctica, saber aplicar los conocimientos, es más importante que saber, creo que era lo que quería decirme. Y otra cosa que repetía mucho: los enfermos siempre tienen razón y si se quejan es por algo; antes de culpar los síntomas a los “nervios”, debes descartar enfermedades orgánicas, corporales, no “nerviosas”.

Este último consejo es importantísimo. Creo que todos los médicos lo hemos olvidado alguna vez. Claro que hay enfermos más “preocupados” que otros, pero eso no debe justificar que achaquemos los síntomas a sus maquinaciones. En alguna ocasión que iba a culpar a la ansiedad de los síntomas de una persona enferma, al recordar al doctor Martino, me hacía seguir descartando otras causas corporales antes de aceptar que se debían a ansiedad o depresión. Esto no quiere decir que no existan estos trastornos, pero también es verdad que algunos cánceres, como por ejemplo el de pancreas, pueden comenzar con síntomas depresivos.

Hace pocos días consultaba a un paciente que acudía después de haber estado dos veces con un mismo médico y haber ido después a urgencias de un centro hospitalario. Él, en los setenta, aunque es gallego de Orense, vive en otro país y, al llegar al pueblo orensano de donde es natural, acudió a un médico para saber cómo se encontraba. Me siguió contando en la entrevista que volvió una semana después porque le parecía que se fatigaba más (lo primero que me dijo al entrar en la consulta fue que siempre sufrió de los bronquios). La primera vez, el médico le dio un broncodilatador inhalado y en esta segunda consulta le recomendó un antibiótico. Lo tomó durante diez días, pero unos días después de terminarlo no se encontraba mejor y tuvo febrícula por lo que acudió a urgencias de un hospital. Allí, después de análisis y radiografía de tórax, fue diagnosticado de neumonía y de nuevo le prescribieron dos antibióticos. Hizo correctamente el tratamiento y siguió no encontrándose bien. Fue a su médico de cabecera y le recomendó un broncodilatador y corticoide inhalado, asociados. Y acudió a mi consulta.

Nunca fumó. En el país donde vive, los neumólogos le han tratado con broncodilatadores, y antibióticos cuando empeoraba, y cree recordar que le llamaron bronquitis asmática a su padecimiento de los bronquios.

Le dije que siguiera haciendo el corticoide y broncodilatador inhalado que le había dado el último médico ya que el asma crónica era una posibilidad diagnóstica, como le habían dicho en Méjico, aunque había otras posibilidades que podían ser la causa de su enfermedad pulmonar crónica. Una, que padeciera bronquiectasias y que los múltiples antibióticos que había tomado, y también corticoides inhalados, hubiesen favorecido que gérmenes oportunistas hubiesen colonizado e infectado sus bronquios.

Volvió a los pocos días para decirme que seguía cansado y expectoraba mucho. Le dije que esto favorecía que padeciese bronquiectasias y que tenía que conseguir una copia de la radiografía que le habían realizado en urgencias y un cultivo del esputo.

La radiografía de tórax que le habían realizado mostraba claramente un pulmón hiperclaro unilateral y bronquiectasias, cuya causa más probable había sido una bronquiolitis en la infancia (de ahí eso que dijo al entrar, que padecía de los bronquios desde niño), también denominada esta enfermedad Síndrome de Swyer-James o de McLeod. Por lo tanto, su enfermedad no era asma.

Afortunadamente el cultivo de esputo fue negativo. Y he vuelto a recordar al doctor Martino, porque el paciente y la familiar que lo acompañaba contaban que era muy preocupado. Uno puede creer que era ese el motivo, sin embargo, viendo el informe de urgencias del hospital y la segunda revisión que le hice a demanda suya, se demuestra que padece una enfermedad pulmonar crónica y que, con los años, cada vez notaba más dificultad respiratoria. Por eso, en los últimos meses se cansaba más al subir cuestas y había empeorado por una infección bronquial.

Claro que hay enfermos nada preocupados. Recuerdo lo que nos contaba el catedrático de ojos, profesor Sánchez Salorio, en la asignatura de oftalmología. Había acudido a su consulta un paisano gallego mayor, con un tumor palpebral que le llegaba al occipucio y ahora estaba creciendo hacia el ojo. Le preguntó el profesor por qué no había acudido antes a consulta, y su respuesta había sido: “no me preocupé mientras esto, lo que sea, iba creciendo para el monte; me preocupé ahora porque comenzó a crecer para el labradío”.

El caso referido vuelve a enseñarnos que lo más importante en la práctica de la medicina no es el tratamiento sino el diagnóstico, es decir, conocer la enfermedad que padece la persona enferma antes de tratar. Y que la entrevista o historia clínica sigue siendo lo más importante en la práctica de la medicina. Sigue siendo válido lo que decía hace muchos años William Osler: “Si escuchas al paciente él te está diciendo el diagnóstico”. Es decir, lo que padece.

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2019-08-13T09:20:35+00:00 13 / 08 / 2019|Opinión|