IDEAS EQUIVOCADAS DE LA PRENSA SOBRE LA GENÉTICA
“De tal palo, tal astilla”
¿Cómo hacer que las malas ideas se propaguen y se conviertan en verdades absolutas?
Una de las culpables es la información sensiblera o sin sentido crítico de un periódico. Por ejemplo, en un pequeño artículo que se publicaba hace poco en primera plana del Sunday Times, el dominical británico de mayor difusión, se insinuaba algo falso y peligroso.
El titular decía: “¿Quiere una pelea? Los científicos dicen que todo está en los genes. El artículo comenzaba diciendo que “los científicos han descubierto la respuesta para una de las cuestiones más insolubles de la vida doméstica: los niños conflictivos nacen, no se hacen”.
Según el artículo, una investigación ha descubierto que los rasgos antisociales son más heredados que adquiridos (en realidad, esta investigación ya viene de atrás y las ideas que subyacen no son nuevas). Lo que implica esta investigación, dice el periódico, es que un niño malo va a ser malo pese a la educación que reciba.
¡Menudo alivio para los padres! No es tan importante el cómo criar a los hijos. Da igual que se les mime, que se abuse de ellos, que se les descuide, que se ejerza demasiada disciplina o que se les deje a su suerte. Todo da lo mismo. El bueno será bueno y el malo será malo.
El artículo cita el trabajo de una profesora del Instituto Psiquiátrico de Londres que habla sobre “hombres con una mutación en un único gen y que les predispone a ser violentos”. La misma profesora también descubrió, supuestamente, que el comportamiento antisocial, es, en gran medida heredado. La única nota levemente contradictoria en el artículo se hace patente cuando la investigadora argumenta que “un diagnóstico temprano de un niño con predisposición a portarse mal es la clave para ofrecer un tratamiento que detenga el desarrollo de esas tendencias”. Por lo que se ve, después de todo, la manera en que se educa a un niño no deja de ser importante. Es poco probable que la profesora sea tan idiota como le periódico la presenta.
La buena voluntad que tenemos para creérnoslo, o al menos para dar crédito a la posibilidad de que exista “un gen” que preconfigure la conducta social compleja, demuestra que la credulidad y la incapacidad para pensar de manera crítica no se extinguieron con la llegada del siglo de las luces. Somos criaturas tan deslumbradas con nuestros propios avances tecnológicos que no nos planteamos demasiado si es necesario reconsiderar las cosas que parecen obvias.
La variación genética podría explicar algunas diferencias entre los miembros de una misma comunidad, pero es improbable que sirva para explicar, por ejemplo, por qué la tasa de criminalidad se ha incrementado en el Reino Unido en unas 35 veces desde el final de la Segunda Guerra Mundial. En resumen, los genes (excepto unos pocos y extraños casos) no son el destino; el carácter es el destino, y con el carácter se nace pero también es el resultado de la educación que recibimos.
Probablemente, el artículo leído de pasada y sin reflexión por cientos de miles de personas de entre los que mejor educación han recibido en el país, servirá de ayuda y socorro a un gobierno que tiene, como tuvieron otros gobiernos anteriores, sistemáticamente descuidados casi todos sus deberes primarios e innegables para mantener la seguridad y propiedad de los ciudadanos. Si la mala conducta es genética, será el final de los médicos y también de los eugenésicos.
Theodore Dalrymple
CITY JOURNAL