SEGUNDA OPINIÓN MÉDICA: ¿NECESARIA O DEMAGÓGICA?

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SEGUNDA OPINIÓN MÉDICA: ¿NECESARIA O DEMAGÓGICA?

“Si pido una segunda opinión para instalar un calentador ¿cómo no pedir una segunda opinión médica, si la primera no me ha convencido o no confío en el médico?”

 

Segundas opiniones “ofertadas” por las consejerías de sanidad

En la actualidad muchas consejerías de sanidad de la mayoría de los gobiernos regionales de nuestro país “permiten” al asegurado solicitar una segunda opinión, sin coste para el paciente. Creo que son demagógicas y no tienen interés alguno para los pacientes porque la administración es la que:

  • Selecciona los procesos en los que se puede pedir una segunda opinión (neoplasias, enfermedades degenerativas, cardiovasculares o neurológicas, trasplantes de órganos, enfermedades raras).
  • Designa el especialista o servicio (no es el paciente el que lo selecciona).

Y además las demoras para la segunda opinión son tan importantes o incluso mayores que para la primera. Incluso en alguna comunidad (¿Extremadura?) si el paciente se acoge a la segunda opinión la demora puede exceder el límite de la demora establecido para la primera consulta (es decir, es penalizado por solicitar una segunda opinión).

LAS SEGUNDAS OPINIONES, EN UNA MEDICINA PÚBLICA SIN POSIBILIDAD DE ELECCIÓN DE MÉDICO, AUMENTARÁN CADA VEZ MÁS.

LA SEGUNDA OPINIÓN ES UNA REALIDAD, EN MUCHAS OCASIONES NECESARIA Y EN MUCHAS OTRAS CONVENIENTE PARA EL ENFERMO.

En el mundo de la medicina…

  • El conocimiento médico es imperfecto.
  • Hay esquinas oscuras para cada situación clínica.
  • Ninguna prueba diagnóstica es perfecta.
  • Las decisiones acerca del diagnóstico y tratamiento son complejas.
  • En muchas ocasiones no hay diagnóstico, solo un tratamiento.
  • El estado interior del médico, su estado de tensión, influencia su juicio clínico y acciones.
  • Cada vez con mayor frecuencia médicos jóvenes que renuncian a pensar por sí mismos y miran los “esquemas de clasificación, algoritmos y directrices, que piensan por ellos”.
  • Los diferentes doctores tienen diferentes estilos de práctica, diferentes aproximaciones a los problemas. Pero todos son susceptibles a los mismos errores de pensamiento.
  • Los errores cognitivos que explican la mayor parte de los malos diagnósticos no son reconocidos por los médicos.
  • Todas las terapias tienen riesgos. Ningún medicamento está sin efectos colaterales, esperados o idiosincrásicos.
  • Por la formación de los médicos actuales y la influencia de la industria farmacéutica cada vez se le da menos importancia a la yatrogenia de los fármacos.
  • El pronóstico nunca es completamente predecible.

Jerome Groopman en el libro “How doctors think”, un best-seller en Estados Unidos, comienza contando el caso de una paciente joven que estuvo más de veinte años diagnosticada de anorexia nerviosa. Después de recorrer múltiples especialistas que confirmaban el diagnóstico, cuando su estado de salud era preocupante, fue enviada a un prestigioso médico especialista de digestivo que tenía una maravillosa frase de otro prestigioso médico antiguo, ya fallecido, William Osler, en la pared: “Si escuchas al paciente, el te está diciendo el diagnóstico”. La diagnosticó de intolerancia al gluten (enfermedad celíaca) y la paciente, que ya estaba en muy mal estado, se recuperó. Groopman dice que un 15% de los diagnósticos médicos son erróneos.

Por las razones anteriores la segunda opinión médica puede ser CONVENIENTE en las circunstancias siguientes:

  • Demora excesiva de la primera opinión
  • No empatía o mala relación con el médico

Además la enfermedad es del paciente y por lo tanto pide las opiniones que quiere y puede. ¡Y se informa él! Por parte de los médicos que no “ven bien” que el paciente elija médico siempre se pone la disculpa de que el paciente no está informado.

La gente rica, los que pueden, casi siempre piden una segunda opinión, una tercera o las opiniones que haga falta hasta que se quedan tranquilos con la opinión de un médico excelente que los hay en todas partes; a veces en un pueblo pequeño puede haber un médico más excelente que la mayoría de los que consultan en ciudades más grandes.

Y puede ser absolutamente NECESARIA cuando:

  • La primera opinión le parece equivocada, es decir, desconfía del diagnóstico o tratamiento
  • No le convence el médico (“me dio la impresión de que no sabía por donde andaba”)

¿Cómo piden una segunda opinión los pacientes?

El paciente libremente, por iniciativa propia, después de ser atendido por un médico de la medicina pública o privada solicita una segunda opinión porque ya tiene información de otros médicos de esa especialidad o porque se informa –boca a boca- a través de otros enfermos o familiares.

Existen también Agencias de Interconsultas o Segundas Opiniones, que las considero menos fiables para el entorno local del paciente, aunque pueden ser adecuadas cuando el paciente quiere consultar en otra región de España u otro país y no tiene referencias adecuadas de buenos profesionales médicos en esos lugares por otras personas. Las agencias suelen seleccionar a esos expertos por diferentes vías, por ejemplo preguntando a las Sociedades Médicas, y muchas veces el mejor especialista para solucionar un problema no es el que tiene más publicaciones o el que ocupa cargos en la sociedad oficial de esa especialidad. Muchos especialistas menos conocidos pueden ser mucho más adecuados y eficaces para resolver un problema que los especialistas que publican mucho pero tienen poca experiencia práctica.

Las tarjetas de crédito oro y las compañías médicas privadas como ADESLAS o SANITAS, ofertan la posibilidad de solicitar una segunda opinión a sus asociados. “La pruebas realizadas pertenecen a los pacientes, no al médico”, dicen en SANITAS.

Elección de médico

Si puedo elegir teléfono móvil, ordenador, como no voy a elegir algo que es mucho más importante para mí, para mi salud: EL MÉDICO. En países con tradición poco liberal como España, en Suecia por ejemplo, el paciente puede elegir médico, especialista y hospital en la Medicina Pública. Y al médico se le paga por acto médico; el médico que es seleccionado por más pacientes gana más dinero que el que consulta menos pacientes. Y esto es justo. Pero en nuestro país a los médicos no les gusta competir y son los propios médicos los que no quieren que exista libre elección de médico.

Además la medicina pública en nuestro país está totalmente politizada. Los cargos de Jefe de Servicio Médico y Supervisoras de Enfermería de los hospitales, son elegidos a dedo por los gerentes, que son cargos políticos. Cuando cambia el gobierno regional cambian los gerentes de los hospitales. En todas las regiones llega a ser agobiante y preocupante tanta “politización de la medicina”.

Recién terminada mi carrera, estaba con un gran médico, el mejor que he conocido, el de mi ayuntamiento, y mientras la parturienta gritaba en la habitación, él, después de realizar un tacto rectal y conocer que el parto progresaba adecuadamente me dijo: “no me gusta la medicina que viene, la del Seguro Obligatorio de Enfermedad (SOE). Hasta ahora los enfermos del ayuntamiento a través de la “iguala” podían escoger entre los tres médicos que trabajamos aquí; a partir de ahora se le asignará un médico y ya no podrá elegir. Y ES FUNDAMENTAL PARA EL PACIENTE PODER ELEGIR MÉDICO. Pero en nuestro país a la mayoría de los médicos no les gusta competir con otros médicos porque eso exige trabajar más, prepararse más…”

Los médicos que solo trabajan en la medicina pública no se enteran de las veces que sus pacientes solicitan una segunda opinión, porque no se lo dicen. Y no se lo dicen porque saben que no les gusta. ¡“Mira que no fiarse de mí, si soy el mejor médico del mundo”! pueden pensar algunos médicos que precisamente pueden ser de los que menos hay que fiarse. Contaba Don Gregorio Marañón, un médico español excelente del siglo pasado que un día le llamaron desde un domicilio para ver a un paciente grave y después de examinarlo no tenía idea de que podía tratarse lo que padecía el paciente. Le preguntó a la familia: “¿ustedes consultaron antes a otro médico?”; la familia de dijo que sí, que había llamado al médico de cabecera. El les preguntó: “¿cuál fue su diagnóstico?”; la familia respondió: “dudaba mucho”. El doctor Marañón les dijo: “quédense con él porque seguro que es un buen médico”. Es mejor quedar con el médico que tiene dudas que con el cree que lo sabe todo.

 “Ningún médico goza de un derecho de propiedad sobre sus pacientes. Por eso, no podrá sentir ofensa cuando este busca una segunda opinión, ni reprochársela […]. No puede éticamente bloquear el ejercicio de la libertad clínica de éste ni poner dificultades a su realización práctica”
(Comisión Central de Deontología de la Organización Médica Colegial de España (OMC), Enero de 2006.

2018-09-21T14:41:02+00:00 20 / 09 / 2018|Opinión|