LOS INVENTORES DE ENFERMEDADES

Inicio/Opinión/LOS INVENTORES DE ENFERMEDADES

LOS INVENTORES DE ENFERMEDADES

(Texto extraído del libro “Los inventores de enfermedades” de Jörg Blech, Editorial Destino, pag. 219-221. Primera Edición 2005)

… Al amparo de la libertad de terapia, los médicos se inventan enfermedades a su gusto, y seguirán haciéndolo.
Sin embargo, hay terapias con las cuales se puede resolver el “síndrome de la invención de enfermedades”. He aquí cinco propuestas.

  1. El Consejo Nuffield sobre Bioética recomienda el nombramiento de una autoridad independiente para que supervise y controle la “medicalización premeditada de la población normal”. De hecho, en Alemania también es necesaria una autoridad competente financiada por el sector público: una especie de Stiftung Warentest (la fundación alemana independiente que realiza pruebas de calidad), pero dedicadas a las enfermedades. Esta fundación, en la que también estarían representados profanos en medicina, debería desenmascarar las dolencias inventadas, eliminarlas del catálogo de prestaciones y publicar (preferentemente en Internet) expedientes comprensibles para todos sobre cuadros clínicos, síndromes y tratornos. De este modo, los médicos, los periodistas y especialmente los ciudadanos, tendrían acceso a información independiente.
  2. La información sobre enfermedades y terapias se basa a menudo en estudios parciales y sin fundamentos sólidos. Suelen realizarse sólo a pocos pacientes, se limitan a períodos cortos y se encuentran sometidos a la influencia de la industria farmacéutica. No es cierto que las empresas no deban aportar datos sobre el beneficio y los efectos secundarios a largo plazo de los medicamentos. Muchas empresas escatiman el dinero para estudios clínicos más precisos y, en lugar de eso, prefieren invertirlo en marketing. Se podrían pagar dichos estudios a través de un grupo independiente, que la industria deberá pagar.
  3. Debería ser habitual que los médicos se formaran en cursos organizados al margen de la industria. Peter Schönhöfer, catedrático de farmacología clínica y coeditor de la publicación crítica Arzneitelegramm, exhorta a sus colegas a que sean más escépticos: “Los médicos son poco críticos ante la publicidad desinformadota que realiza la industria farmacéutica con sus nuevos productos. Creo que la reforma más urgente en los estudios de medicina sería formar a fondo a los estudiantes para defenderse de estos intentos de introducir información equivocada”.
  4. Los enredos financieros y la relación de dependencia entre empresas farmacéuticas y médicos se han vuelto tan estrechas y ambiguas que cuestionan la reputación y la independencia de la medicina. Por eso ha llegado el momento de conseguir que estas relaciones sean transparentes y regularlas. En el propio cuerpo médico está surgiendo una oposición ante esta intimidad con la industria. El médico Arne Schäffer, de la localidad bávara de Kiefersfelden, dice lo siguiente: “Lo último que deberíamos desear los médicos es el tópico de un gremio corrupto y sobornable. Pero ya está empezando a extenderse”. Este médico trabajó como directivo en el departamento de marketing de una empresa farmacéutica y conoce los intentos de manipulación del sector. Schäffler reclama un código moral profesional, un Codex of Conduct con el que los médicos alemanes se controlarían a si mismos mediante órganos de autogestión. En dicho código deberían enumerarse cuáles son las relaciones y ayudas autorizadas entre la industria y los médicos y cuáles no, justificándolas convenientemente. En general, todas las relaciones financieras entre empresas y médicos deberían darse a conocer públicamente, en pautas, artículos científicos, dictámenes y noticias de prensa.
  5. La buena medicina sí que tiene fronteras y se abstiene de convertir todos los ámbitos y las fases de la vida en objeto de intervención médica. Contra el exceso de tratamientos a las personas sanas, los médicos críticos proponen una receta. Exigen una ciencia médica sometida a rigurosos controles científicos, los que se conoce como medicina basada en la evidencia. Por ejemplo, si un médico de cabecera inicia medidas de prevención en personas sanas, deberá presentar pruebas científicas concluyentes de que dichas medidas serán beneficiosas. Heiner Raspe, del Instituto de Medicina Social de la Clínica Universitaria de Lübeck, considera que la aplicación de la medicina basada en la evidencia es necesaria para que la ciencia médica sea nuevamente digna de crédito. “El acuerdo entre le sociedad y la medicina necesita una nueva base”. Cada médico podría participar sin esfuerzo en restablecer la confianza entre el paciente y el médico. Tan solo debería recordar una virtud médica: dejar en paz a los sanos.
2017-01-23T14:56:16+00:00 01 / 01 / 2010|Opinión|