PEQUEÑOS PASOS PARA GRANDES RESULTADOS

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PEQUEÑOS PASOS PARA GRANDES RESULTADOS

PEQUEÑOS PASOS PARA GRANDES RESULTADOS

Dean Ornish, cardiólogo de la Universidad de California en San Francisco.
Newsweek
(Diario Médico)

Desde el Instituto de Investigación en Medicina Preventiva y la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Francisco llevamos treinta años tratando de demostrar el poder que tienen los cambios en la dieta sobre la salud. En nuestros estudios empleamos modernas tecnologías, como la arteriografía coronaria y la PET cardiaca, para reflejar el potencial de estas intervenciones, sencillas y de bajo coste.

La gente tiene a pensar que para que un tratamiento médico resulte eficaz debe incluir un nuevo fármaco, el empleo de un láser o cualquier otra tecnología costosa. Pocos se percatan de que las lecciones más simples que hacemos a diario, cómo el que comemos, cómo nos influye el estrés, si encendemos un cigarrillo o no, si hacemos ejercicio o la calidad de nuestras relaciones personales, son determinantes para nuestra salud.

Mi equipo ha demostrado que un cambio integral en el estilo de vida puede revertir la progresión de la enfermedad coronaria, el cáncer de próstata, la diabetes, la hipertensión, la obesidad, la hipercolesterolemia y otras patologías crónicas. Hemos visto que mucha gente mejoraba, incluso más rápidamente de los que hubiéramos imaginado.

Mi equipo ha demostrado que un cambio integral en el estilo de vida puede revertir la progresión de la enfermedad coronaria, el cáncer de próstata, la diabetes, la hipertensión, la obesidad, la hipercolesterolemia, y otras patologías crónicas…

En realidad, la mayoría puede ir haciendo poco a poco grandes cambios en su nutrición y forma de vida para alcanzar sus objetivos sin medicación”.

Con el tiempo, hemos identificado lo que realmente motiva a la gente para adoptar cambios duraderos en su dieta y estilo de vida.

1. Existe una oferta amplísima para elegir como vivir y alimentarse.
No se trata de todo a nada; cuánto más nos movamos en la dirección saludable, mayor será la probabilidad de que nos sintamos mejor, tengamos mejor aspecto, perdamos peso y ganemos salud. La gente tiene diferentes necesidades, objetivos y preferencias. La medicina del futuro es la personalizada. Lo que importa realmente es la forma global de vivir y alimentarnos. Si nos permitimos un capricho y nos cuidamos un poco más al siguiente, no pasa nada. Y si nos pasamos un día entero en el sofá, pero vamos al gimnasio al día siguiente, tampoco. Si carecemos de tiempo para meditar 20 minutos, hagámoslo al menos uno, pues la regularidad es más importante que la duración. Los estudios han demostrado que los que regularmente comen más saludablemente son aquellos que se permiten algún placer de vez en cuando.
Si estamos ante una persona que trata de revertir una cardiopatía o prevenir la recurrencia del cáncer, los cambios que hay que hacer en la dieta y el ejercicio son mucho mayores que los de una persona que únicamente quiere perder peso y sentirse más sana. Si lo que queremos es reducir el colesterol o la tensión, se puede empezar con cambios moderados en la alimentación y la forma de vida. Si con ello conseguimos nuestros objetivos, fantástico; si no debemos plantearnos cambios mayores.
Por ejemplo, la mayoría de los estadounidenses tienen cifras de colesterol elevadas. Inicialmente se les aconseja que sigan la dieta que propone la Asociación Americana del Corazón y el Programa Nacional de Educación en Colesterol. Para algunos, esto es suficiente para bajar el colesterol, pero no para la mayoría. A muchos se les dice, “lo siento, pero parece que esta dieta no funciona en usted” y entonces se les prescriben estatinas. En realidad, la mayoría puede ir haciendo poco a poco grandes cambios en su nutrición y forma de vida para alcanzar sus objetivos sin medicación.
2. Más que sana, la gente quiere sentirse libre.
Las políticas de alimentación son contraproducentes. Si recomendamos a nuestros pacientes “coma esto y no coma aquello” o “no fume”, van a tender a hacer lo contrario. Se trata simplemente de la naturaleza humana, y se remonta a la primera recomendación dietética de la historia que también falló: “No comas la manzana”. En aquella ocasión el que hablaba era Dios, así que no es probable que a nosotros nos vaya a ir mejor…

Si uno está a dieta y se siente constreñido, hay muchas posibilidades de que abandone tarde o temprano. Tener un amplio espectro de opciones entre las que elegir es mucho más eficaz; con ello, uno se siente más libre.


3. Cómo se come es tan importante como qué se come.

Comer viendo la televisión, leyendo o hablando con gente puede conseguir que nos alimentemos sin saborear el menú. El plato está vacío, pero no lo hemos disfrutado. Obtenemos todas las calorías pero ningún placer. En cambio, si somos conscientes de que estamos comiendo y prestamos atención a cada bocado, conseguimos que porciones mucho más pequeñas resulten más satisfactorias. Además, atendemos a lo que comemos, notaremos cómo los distintos alimentos nos afectan, para bien o para mal.

Los más saludables nos sentarán mejor (ligeros, con energía, despejados), mientras que los menos buenos nos harán sentir pesados, flojos y lentos. Y solo se puede saber cuáles son unos u otros por experiencia propia.

4. La alegría de vivir motiva más que el miedo a morir.
Asustar a la gente para que cambie no funciona. Decirle a alguien que sufrirá un infarto si come una hamburguesa o cáncer de pulmón si no deja de fumar no funciona. El esfuerzo para motivar a la gente a que cambie basado en el miedo a caer enfermo o morir no suele funcionar.
¿Por qué? Porque da miedo. Todos sabemos que moriremos un día –la tasa de mortalidad sigue siendo del cien por cien-, pero ¿quién quiere pensarlo? Incluso alguien que haya tenido un ataque solo consigue cambios durante semanas hasta que vuelve a sus viejos patrones vitales y alimenticios.
Por la misma razón, hablar de “prevención” o “disminución de los factores de riesgo” es aburrido para la mayoría de las personas. Decir a alguien que va a vivir 86 años en lugar de 85 no motiva, porque ¿quién quiere vivir más si no va a disfrutar de la vida?

5. Es importante atender a los temas más profundos que subyacen a nuestra conducta.
La información no suele ser suficiente para motivar cambios duraderos. De serlo, nadie fumaría. Necesitamos trabajar en un nivel más profundo. En nuestros estudios pregunto a la gente: ¿por qué fuma?, ¿come demasiado?, ¿bebe en exceso?, ¿trabaja mucho?, ¿abusa de sustancias?, ¿ve mucha televisión? Algunos suelen contestar: “Estas conductas simplemente ayudan q que el día sea más llevadero”. Se debe a que la soledad y la depresión son epidémicas en nuestra cultura. Si las abordamos, será más fácil que la gente haga cambios duraderos en sus conductas. La vida hay que disfrutarla. No hay razón para dejar algo con lo que se disfruta a menos que se consiga otra cosa mejor. Mucha gente encuentra que un cambio de hábitos les hace sentir mejor en poco tiempo y eso les merece la pena, no solo para vivir más sino para vivir mejor.

2017-06-03T07:41:23+00:00 02 / 06 / 2017|Actualidad|