EL ARQUITECTO ARISTÓCRATA
A sus 74 años es el arquitecto vivo más laureado. Un hombre de familia obrera convertido en “lord”, por obra y gracia de su pasión por mejorar el mundo. Gracias a él, museos, rascacielos o medios de transporte son hoy parte de un planeta más habitable.
XL. Vayamos directamente a los orígenes. Dígame, ¿cómo surgió su pasión por la arquitectura?
NF. Con 12 años ya estaba fascinado por el dibujo, la pintura y la historia de la arquitectura. Aprovechaba cualquier oportunidad para admirar las construcciones más interesantes de mi ciudad [Manchester] o para ir a la biblioteca municipal a mirar libros sobre Frank Lloyd Wright y Le Corbusier.
XL. ¿Soñaba con ser como ellos?
NF. La verdad es que no hice la conexión entre mi interés y una carrera en este campo hasta cumplir los 21. En la barriada donde crecí, además, decir que quería ir a la universidad era como afirmar que iba a ser el próximo Papa. Estudié contabilidad, trabajé en el Ayuntamiento de Manchester y pasé dos años en las Fuerzas Aéreas. Cuando me decidí, tuve que buscar empleo para pagar mis estudios. A la larga creo que eso fue muy positivo, me ayudó a madurar. Al final conseguí una beca en Yale, donde estaban los mejores profesores. Así empezó todo.
XL. Nació en una familia obrera y ahora es Lord Foster of Thames Bank. ¿Se siente cómodo entre la nobleza?
NF. Verá, yo me concentro en ser un arquitecto. Todos los reconocimientos, mi ascensión social, digamos, son fruto de mi amor a la arquitectura.
XL. Habiendo creado edificios en medio mundo, ¿nunca ha tomado en consideración cuestiones políticas a la hora de aceptar un proyecto?
NF. Respeto a los arquitectos y profesionales que se implican en política, es importante, pero eso no es lo mío. Nunca entro en ese tipo de cuestiones.
XL. Ha recibido más de 300 premios y reconocimientos. ¿No se cansa de que “le doren tanto la píldora”?
NF. [Se ríe] Siempre es agradable recibir un reconocimiento; si bien, en arquitectura, el trabajo es siempre colectivo. Lo importante de un premio es la repercusión que genera. Es una oportunidad para que más gente comprenda la importancia del diseño, del medio ambiente, de la arquitectura y de la eficiencia en nuestras vidas.
XL. ¿Es de los que, al caminar por la calle, analiza cada elemento del mobiliario urbano?
NF. [Sonríe] No puedo negarlo. Conviene recordar que cada árbol, un jardín, una farola, el pavimento… están ahí por una decisión consciente de alguien. La calidad de esos espacios influye en nuestras vidas, para bien o para mal. No es cuestión de dinero, sino de cuán inteligentes y racionales son tus decisiones.
XL. De usted se resalta su autoconfianza, ¿de dónde le viene?
NF. Un arquitecto debe, ante todo, escuchar, ser humilde hasta extremos extraordinarios, entender la idea que genera un edificio, las necesidades de los usuarios, todos los aspectos implicados, que son muchísimos. Entender a conciencia lo que rodea a una obra te permite liderar un proyecto con un alto grado de confianza.
XL. En su caso, entonces, pese a ser un arquitecto de firma, ¿el cliente siempre tiene la razón?
NF. Sí. No es nada extraño, ya que las necesidades del que contrata son las del lugar, el clima, el contexto histórico y cultural, el potencial tecnológico disponible, todo lo que afecta a la vida de las personas. Cada una de nuestras obras no sirve para otra ubicación.
XL. Veamos, usted sabe escuchar, pero ¿y sus clientes?
NF. Siempre se han mostrado abiertos. Si no lo estuvieran, digo yo, no pensarían en nosotros.
XL. ¿Podría ejemplificar todo esto con algún caso concreto?
NF. En el Reichstag, en Berlín, nadie nos pidió que creáramos un espacio público en lo alto del edificio. Durante el proceso de investigación y discusión emergió esa idea, la presentamos y fue muy bien recibida. Si vas a Berlín, ves a la gente caminando por dentro, el techo del edificio está vivo. Pero nadie dijo: ¡Por cierto, tenemos mucho espacio libre en el techo!».
XL. ¿Y esto de escuchar se le da tan bien en su vida privada?
NF. [Sonríe] Creo que sí. Es cierto que tengo opiniones muy fuertes sobre muchas cuestiones, pero también los que me rodean [se ríe]. Siempre encontramos puntos de conexión.
XL. ¿Qué suele decirles a los estudiantes de Arquitectura?
NF. Que sean libres y exploren, que se lo cuestionen todo, se planteen desafíos y valoren sus propios juicios. Debes sentir una poderosa fuerza interior por lo que haces; si no, dedícate a otra cosa. Yo mantengo la misma pasión de siempre, por eso sigo aprendiendo.
Fernando Goitia. XLSemanal, nº 1147, Octubre de 2009