“Cuando amas lo que haces, estás vivo” (Steve Jobs)
Cuando hace años me entretenía con libros sobre gestión de empresas, de autores americanos, con mucha frecuencia encontraba frases como esta: las empresas que funcionan bien miman a sus clientes.
Estoy de acuerdo con esta frase o parecidas, porque considero que es lo fundamental para que las empresas y corporaciones tengan éxito. El Corte Inglés tenía antes más éxito que ahora, porque antes mimaba más a los clientes. Antes entrábamos en una tienda del El Corte Inglés y ya estaba un dependiente, que no estuviese ocupado, ofreciéndose para atendernos. Ahora ya no es igual. El dependiente/a puede seguir hablando con otro compañero o compañera de sus cosas y no acercarse al instante para ofrecernos su ayuda. Las tiendas de lujo, sin embargo, como Cartier, Hermès, Armani, etcétera, siguen atendiendo excelentemente a los clientes.
Los periódicos también están perdiendo clientes. Claro que una causa puede ser la crisis económica, pero también puede deberse, al menos en parte, a que han dejado de mimar a sus clientes, que no son, o no deberían ser, otros que los lectores. Salvo algún periódico de tirada nacional, la mayor parte de ellos capean el temporal por las subvenciones que reciben de los gobiernos regionales, provinciales y locales, y por este motivo, en vez de mimar a los lectores, miman a los personajillos políticos locales, provinciales y regionales. Por eso les dedican las primeras páginas de sus diarios, no para criticarlos sino para contar sus “piadosas actividades”, obligando a los lectores a saltárselas para pasar directamente a alguna otra no relacionada con la política, o a las de deportes. A esto me referí en el primer artículo de este Blog, “Por qué los publicitaron y publicitan aún tanto”, que fue censurado por “La Región”, el periódico donde divulgaba estos artículos semanales. Creo que se equivocan estas empresas si creen que podrán seguir viviendo a base de las subvenciones de los políticos, subvenciones que les dan con el dinero de nuestros bolsillos, y por tanto somos nosotros, los ciudadanos -los lectores lo hacen por partida doble-, los que sufragamos el periódico. Y que se les puede aplicar el dicho que encabeza el artículo: pan para hoy y hambre para mañana.
Algo parecido ha sucedido y está sucediendo con los médicos. La inmensa mayoría de los médicos españoles trabajamos en hospitales públicos, empresas de servicios burocratizadas bajo el control de los políticos, donde no existe la competitividad. Por esta falta de competitividad entre los médicos para ganarse a los pacientes (clientes), los últimos años un gran número de médicos ha desviado una parte de la atención a sus clientes, hacia los delegados de la industria farmacéutica porque invitan a ir a congresos nacionales e internacionales, a los que los médicos no podríamos asistir con los actuales sueldos hospitalarios, y recompensan económicamente las charlas para hablar (bien) de sus fármacos. Esto produce un aumento de las prescripciones farmacéuticas, que la mayor parte de las veces no redunda en beneficio de los pacientes. Es decir, los médicos (hablo en general, lógicamente) hemos disminuido la atención dedicada a los pacientes, nuestros verdaderos y únicos clientes, y hemos aumentado la dedicada a los delegados de las compañías farmacéuticas. Lo que llevará, si no ha llevado ya, a los médicos, al pan para hoy y hambre para mañana.
Y no hace falta ser un gurú americano para decir lo mismo que ellos, aunque de una forma distinta. Ángeles González, cocinera del restaurante Zarampallo de Orense, lo expresaba así, hace poco, en una entrevista en La Voz de Galicia: “El secreto de mis
platos es que a la clientela le quiero de carallo» (palabra gallega que no tiene trascripción al castellano).
Doctor Joaquín Lamela López, FCCP
Médico Neumólogo