K. O. L. Líder de opinión

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K. O. L. Líder de opinión

“La masa busca al líder, no porque lo estime sino por interés; y el líder acepta a la masa por vanidad o por necesidad” (Napoleón)

 Acabo de leer “K. O. L. Líder de opinión”, una novela que un amigo médico me ha prestado hace poco. Está escrita por un médico andaluz, Federico Relimpio Astolfi, que conoce muy bien la relación de la industria farmacéutica con los médicos.
Si usted está interesado/a en conocer como es ésta comprometida relación, compre este librito publicado por la Editorial Anantes que vale 17,10 euros.
Aunque su redacción no es de una excelente prosa, es fácil de leer. Pero el mayor interés de la novela es que todo o casi todo lo que se dice en él sobre la industria farmacéutica, los servicios regionales de salud de nuestro país, los que dirigen los hospitales y los centros de salud, y los médicos, es cierto.
He puesto al comienzo la frase de Napoleón porque si usted cambia la palabra masa, las dos veces que aparece, por compañía farmacéutica, el emperador francés también hubiese acertado totalmente, aunque no sé si en su tiempo había algún tipo de relación del médico con las compañías farmacéuticas, incluso no sé si había compañías farmacéuticas.
Los líderes de opinión en Medicina son creados por las propias compañías farmacéuticas para su beneficio. Estas, a través de sus delegados provinciales y regionales, tienen el “currículo” de todos los médicos. Conocen las “bondades” de cada uno de ellos en cada una de las regiones y provincias, y en cada uno de los pueblos, hospitales y centros de salud. Saben quién habla o puede hablar bien en público, quién es un buen comunicador para poder vender sus mercancías, el cargo que ocupa, la popularidad que tiene entre sus colegas, la situación personal, familiar y económica, y lo venal que es, o puede acabar siendo. Y, según estas características, eligen y crean los líderes de opinión.
El médico elegido, si no tiene más de lo que presumir, cuando oye decir a los delegados de las compañías farmacéuticas o a sus superiores que es líder de opinión, se hincha. Los delegados comienzan a invitarle a dar charlas para los compañeros de la zona y, si es manejable para vender bien los productos de sus laboratorios y aceptable comunicador, pronto se encontrará con invitaciones, promovidas por las propias compañías farmacéuticas, para participar en congresos regionales o nacionales-si es brillante exponiendo y habla inglés pronto las recibirá también de congresos internacionales-, que por supuesto financian las compañías farmacéuticas y de esta forma influyen en la selección de ponentes
Por las charlas regionales y nacionales recibe buenas sumas de dinero, y mayores aún por las internacionales. Según cuál sea su integridad podrá seguir en este enredo hasta que a la industria farmacéutica ya no le interese como líder de opinión. Entonces van disminuyendo hasta desaparecer las invitaciones, que tan bien le venían a ese dócil médico “líder de opinión” desde el punto de vista económico.
¿Y esto que tiene de malo? Intentaré explicárselo. A esas reuniones son invitados muchos otros médicos por las compañías farmacéuticas que financian la reunión, para escuchar las conferencias en las que los “líderes de opinión” resaltan la excelencia de los fármacos de la compañía farmacéutica que gratifica espléndidamente su trabajo. Los médicos invitados, después de pasar un largo fin de semana en buenos hoteles, con buenos aperitivos, comidas y bebidas, oyendo a un compañero ya conocido de otras charlas, cuando llegan a sus consultas es fácil que recuerden el preparado del que aquel renombrado “líder de opinión” les ha hablado maravillas y muchos lo prescriban a la mínima oportunidad.
El perjudicado es el enfermo, porque a veces sale de la consulta médica con más fármacos de los que precisa, y lo somos todos nosotros por el aumento del gasto farmacéutico. Y los únicos culpables somos los médicos, por hacer casi de intermediarios entre la industria farmacéutica y el paciente. El médico debe tener un trato honesto con el paciente y no debe permitir que nadie interfiera en esta relación. El tratamiento, con el mejor o los mejores medicamentos para el enfermo, debe ser seleccionado por el médico sin ningún tipo de influencia externa no acreditada.
El doctor Relimpio Astolfitambién habla de los jefes de servicio de los centros de salud y hospitales elegidos por los cargos políticos, en cuya selección no influye la competencia sino la obediencia y la afinidad política. Y detalla distintas clases de médicos que trabajan en los centros de salud y hospitales de un servicio regional de salud que él debe conocer bien. Los que pertenecen a la de los más honorables y preparados son, muchas veces, a los que peor les va.
Como le decía al principio. Si quiere conocer (mejor) la relación de la industria farmacéutica y de la administración político-sanitaria con los médicos en nuestro país, compre “K. O. L. Líder de opinión”. Creo que no se arrepentirá de haberlo hecho.

www.clinicajoaquinlamela.com

2017-01-23T15:38:18+00:00 01 / 01 / 2013|Opinión|