La decencia

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La decencia

JOAQUÍN LAMELA LÓPEZ. Médico Neumólogo

“Esforcémonos en vivir con decencia y dejemos a los murmuradores que digan lo que les plazca” (Molière).

(Publicado en “La Región” el 22/12/2012)

Hace pocos días leía una entrevista que le hacían en el diario «El Mundo» a Arturo Pérez-Reverte en la que decía, entre otras cosas, que España es un país sin solución, y me gustó mucho esta frase que extraigo casi exactamente como fue publicada en el periódico: “… aquella época, entre los años de 1930 y 1970, fue injusta y clasista y merecía extinguirse… Pero en aquel tiempo había algo bueno. El rico se esforzaba por tener maneras. Y eso que parece una idiotez no lo es. Pues el rico generaba unos modales que incluso él no tenía, pero que se contagiaban al resto de la sociedad y la hacía mejor… Palabras como dignidad, decencia, lealtad, coherencia o elegancia tenían un sentido real. Ahora no”.
A mi me educó también, como a él, gente que había nacido en esos días. Es una gran verdad todo lo que dice.
Y me preocupa sobre todo la falta de decencia. Me refiero a las tres acepciones que da de decencia el diccionario de la lengua española, pero sobre todo a la última, “dignidad en los actos y en las palabras, conforme al estado o calidad de las personas”.
Si usted se considera una persona decente, y lo es –no tengo por que dudarlo-, mire a su alrededor. Verá que ahora vale (casi) todo.
¿No ve personas ocupando puestos de trabajo para el que no están capacitadas y no han tenido la decencia de no aceptarlos?
¿No ve como campa a sus anchas la recomendación o enchufe por amistad, afinidad política o nepotismo, para entrar en puestos de trabajo de empresas y otras organizaciones públicas en vez de ser el mérito lo que primase sobre todo lo demás?
¿No ve como se estiran y levantan la voz los que debían estar más callados y encogidos, aún siendo ya pequeños, por haber llegado donde llegaron sin merecerlo?
¿No ve personajillos políticos que no eran nada y, aunque siguen siendo nadie, ahora se dan más importancia que personas de la talla de Amancio Ortega?
¿No ve también que, como los estúpidos, los indecentes siempre andan juntos?
La falta de decencia o deshonestidad creo que ha aumentado en nuestro país en los últimos cincuenta años. El otro día oía en la radio que ocupábamos el primer puesto en lo referente a corrupción entre todos los demás países de la Unión Europea. El problema no solo es que haya aumentado la indignidad entre nosotros, sino que ya es aceptada como algo irremediable por la mayor parte de los españoles.
¿Y por qué ha sucedido esto? Porque los que tenían y tienen que dar ejemplo no lo han dado ni lo dan: los padres de muchas familias, muchos profesionales, los políticos, los cargos de organizaciones y empresas públicas nombrados a dedo, los miembros de la monarquía, los eclesiásticos, etcétera. Ya dijo Aristóteles que cuanto más nos inclina la naturaleza a los placeres, tanto más propensos somos a la licencia que a la decencia.
Me resisto a pensar que España no tiene solución, como decía este magnífico escritor que acaba de publicar una excelente novela, «El tango de la guardia vieja», que le recomiendo se la regale para la Navidad o los Reyes Magos.
Porque creo que mejoraríamos con más y mejor educación en la familia y en la escuela, y con una justicia independiente, para disminuir en el futuro la puñetera envidia, la ordinariez, y la indecencia de una gran parte de las personas de nuestro país.
¡Le deseo una Feliz Navidad!

info@clinicajoaquinlamela.com

2017-01-23T15:21:38+00:00 01 / 01 / 2012|Opinión|