UNA SOCIEDAD SIN VALORES Y SIN DESTINOS

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UNA SOCIEDAD SIN VALORES Y SIN DESTINOS

Estos últimos días asisto estupefacto a un despliegue de inmoralidad en varios frentes. Por un lado, nuestra clase política va dando motivos de escándalo en todo el espectro ideológicos. Y cuando algunos hablan, lo confirman con una mezcla de los que Renan, pasado por Nietzsche, denominaba “sublimidad, enfermedad e infantilismo”. Estamos gobernados en todo el arco político por indigentes morales e intelectuales.

    Si lo político es un reflejo de la sociedad civil, vemos un perverso ejemplo en el caso del asesinato de la niña de Sevilla. Unos niñatos semianalfabetos mantienen en jaque a las Fuerzas de Seguridad del Estado y a la Justicia. Además de tener a una familia en vilo, sin saber donde está el cuerpo de su hija para poder hacer su duelo, están obligando a toda la sociedad civil a desembolsar dinero en la búsqueda del cadáver, cosa que demás, con la legislación hipergarantista que tenemos, les va a salir gratis.

Bien y mal
Cada vez agradezco más haber sido educado como los sido, con límites y sabiendo que hay cosas que están bien y otras mal, que el que la hace la tiene que pagar, que somos responsables de nuestros actos. Ahora todo esto está trasnochado y los niños y jóvenes son criados, con honrosas excepciones, en la irresponsabilidad y la satisfacción inmediata del menor de sus caprichos prolongando la adolescencia hasta el infinito.

    Como digo, fui educado de forma tradicional, con unos valores y asistí a un colegio religioso católico hasta los 17 años. Posteriormente, y por decisión propia, abandoné la práctica del catolicismo.

    Mi novia es creyente y practicante y las (pocas) veces que le acompaño a la iglesia tengo que decir que oigo cosas mucho más sensatas que las que escucho de boca de los políticos.

    Ha habido mucha controversia sobre la campaña que la Conferencia Episcopal ha lanzado en contra de la nueva ley del aborto. Aparte del hecho de que están en su derecho porque la Iglesia Católica se financia desde hace años a costa de las aportaciones de sus fieles vía IRPF, la campaña me ha parecido de lo más acertada desde el punto de vista estrictamente publicitario, porque logra lo que pretende, que es captar la atención del público.

    Además, puedo decir que no son sólo los católicos los que se oponen a esta tipo de leyes sino otras confesiones cristianas. Sin ir más lejos, tengo un compañero perteneciente a la Iglesia Evangélica que cuando estamos de guardia y acude una mujer en busca de la píldora del día después, nos pasa el caso a alguno de los que estamos trabajando con él, lo que me parece muy respetable.

    Yo, sin ir más lejos, no tengo ningún problema en dar dicha píldora, pero me confieso incapaz si tuviera que realizar el aborto de un feto de 22 semanas.

    Tampoco me atrevo a juzgar a una mujer, que sea por la circunstancia que sea, se ve obligada a tomar tan dolorosa decisión. Esta gente del Gobierno, con la ministra Bibiana Aido a la cabeza, todo lo ven sencillo advirtiendo la paja en el ojo ajeno y no la viga en el suyo. Tan discutible es su posición como la de la Iglesia y tan respetable es una como la otra, con la diferencia de que la Iglesia sigue manteniendo lo mismo ahora que hace 50 años.

En el mismo lodo
Lo dicho: “Vivimos revolcaos en el merengue, y en el mismo lodo todos manoteaos” como dice la letra de Cambalache. No, para mí no es igual ocho que ochenta, aunque algunos me puedan llamar facha o carca.

    Creo que hace falta un rearme moral y educativo de la sociedad porque, como decía Gustavo Klint en su blog Panorama desde el puente hace unas semanas, se ha sustituido la moral católica imperante hasta hace unas tres décadas sencillamente por nada y se está viendo dónde nos conduce: a ninguna parte.

BLOG DE UN MÉDICO QUEMADO (MEDIC@BLOGS)
Diario Médico, 2009

2017-01-23T14:54:56+00:00 01 / 01 / 2009|Opinión|