POLACOS QUE CHAPURREAN ESPAÑOL, LATINOAMERICANOS QUE IGNORAN COMO FUNCIONA EL SISTEMA… LOS COLEGIOS DE MÉDICOS EXIGEN UN CONOCIMIENTO BÁSICO DEL IDIOMA Y ACREDITAR LA COMPETENCIA ANTE EL CRECIENTE FLUJO DE GALENOS EXTRANJEROS
“Tranquila, cortar no cortar”. Con estas inquietantes palabras concluyó un traumatólogo polaco el diagnóstico de una paciente española, que abandonó la consulta sin saber exactamente que tenía y dudando de si había que cortar o no. Esta anécdota real, relatada por un compañero del citado galeno, da idea de algunas de las dificultades que está planteando la integración del cada vez más numeroso contingente de médicos extranjeros que España está importando para paliar el déficit de profesionales que sufre desde hace años.
No hay constancia del número de quejas que pueden haberse recibido de ciudadanos desconcertados frente a un profesional que a duras penas habla su idioma, o tras toparse en la consulta con un acompañante que hace las veces de traductor. La preocupación por el impacto que pueda estar teniendo este tipo de problemas de comunicación en la calidad de la asistencia es, sin embargo, una certeza. Numerosos colegios profesionales han solicitado a la administración sanitaria que exija un conocimiento básico del español a los galenos que quieran trabajar en el país. Están dispuestos a ayudar ofreciendo cursos para facilitar su adaptación al sistema nacional, pero piden que sean obligatorios.
Vaya acostumbrándose a que el acento de su facultativo le suene raro. El déficit de profesionales sanitarios locales empeorará en los próximos años y aumentará el fenómeno de la inmigración médica. En Barcelona, el colectivo de galenos extranjeros se ha duplicado en 10 años y ya representa casi el 11% de los colegiados, un requisito imprescindible para poder ejercer en el país. En el Colegio de Médicos de Alicante asciende a casi el 9% y el de Baleares acabará el ejercicio con un 14% de foráneos en sus filas.
En mayor o menor grado, la situación se reproduce en prácticamente todas las comunidades autónomas que, ante la falta de efectivos patrios, han acudido al mercado internacional para completar sus plantillas sanitarias. En lo que va de año, 4000 médicos de otros países han recibido el visto bueno del Ministerio de Educación y Ciencia español para poder ejercer en el territorio nacional. En 2002 apenas fueron mil, pero el crecimiento ha sido imparable desde entonces. “En 2006, por primera vez, el número de galenos importados superó al de españoles que se licenciaron en Medicina en nuestras facultades”, corrobora Juan José Rodríguez Sendín, secretario general de la Organización Médica Colegial (OMC).
INQUIETUD
La entrada de estos profesionales da respuesta a la progresiva demanda de servicios sanitarios, favorece la flexibilidad del mercado laboral y reduce el coste de la oferta médica. Pero la velocidad a la que crece el contingente extranjero también genera desazón sobre la calidad y la seguridad de la asistencia.
“Cada vez son más los médicos foráneos que se han formado íntegramente en el exterior. ¿Es su curriculum comparable al español? Nadie ha mirado si su nivel de excelencia es igual o no”, cuestiona Miguel Bruguera, presidente del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona (COMB).
Y crece el número de los que aterrizan en los centros con un conocimiento rudimentario del castellano. “Nos preocupa que los problemas de comunicación deterioren la relación médico-paciente. El ciudadano nota que no se entiende con el médico como antes”, añade Atanasio Ballestero, presidente del Colegio de Médicos de Toledo.
Agilizar la convalidación de las titulaciones sanitarias se ha convertido en una prioridad debido a la presión de las autonomías con déficit en sus cuadros médicos. El Ministerio de Sanidad ha solicitado al de Educación un esfuerzo para acelerar los trámites. De hecho, el 43% de los documentos que se homologan cada año corresponde a profesionales de este sector. Muchos se cuestionan si el acelerón burocrático puede haber relajado el nivel de exigencia.
Para Alfonso Moreno, presidente del Consejo Nacional de Especialidades Médicas, el control de la capacitación profesional se “está haciendo razonablemente bien”. Pero muchos colegios profesionales albergan dudas y temen que la demanda desborde los recursos del MEC en los próximos años si, como es previsible, se incorporan a las solicitudes países cuyas titulaciones médicas distan de los niveles de calidad del sistema formativo español, considerado uno de los mejores del mundo.
(*) Isabel Perancho
El Mundo Salud, 3 de noviembre de 2007