ALGUNAS FALSAS CREENCIAS SOBRE LA MEDICINA, LOS MÉDICOS Y LA SANIDAD PÚBLICA

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ALGUNAS FALSAS CREENCIAS SOBRE LA MEDICINA, LOS MÉDICOS Y LA SANIDAD PÚBLICA

Titular así una página de opinión da un poco de miedo. Da miedo asegurar algo que solo es una opinión personal, que puede ser diferente de la de muchos otros médicos. Pero como decía Virginia Wolf, “uno no puede esperar decir la verdad, solo puede explicar como llegó a profesar tal o cual opinión”.

Enumero algunas de estas, en mi opinión, falsas creencias:

  1. Ahora, no hay por que preocuparse de hacer una vida saludable; hoy los medicamentos lo solucionan todo.
  2. Lo más importante de la medicina es el tratamiento.
  3. Los medicamentos ya no tienen efectos nocivos.
  4. Los médicos son todos iguales.
  5. Nuestra sanidad pública es muy buena.

1. Ahora no hay que preocuparse por llevar una vida sana, porque hay medicamentos que lo solucionan todo. Creo que es una gran equivocación esta creencia. Una persona que lleve una vida saludable también acabará teniendo problemas, pero tiene más posibilidades de tener menos y de morir más tarde. En este mes de agosto de 2006 se publica en New England Journal of Medicine que la obesidad se asocia con un aumento del riesgo de muerte.

Hoy, debemos preocuparnos más que antes de llevar una vida saludable. Es verdad que la edad media de las personas ha aumentado y la gente ya no muere como antes -al menos en este mundo occidental y desarrollado en que vivimos- a causa de las infecciones, pero también lo es que otras condiciones, características del momento actual, nos hacen más vulnerables: stress, ejercicio escaso, tipo de alimentación, tabaco, nuevas enfermedades –SIDA-, aumento de otras al prolongarse la supervivencia –demencia senil- e incremento de la obesidad, a causa del sedentarismo y de las “comidas basura”, son algunos ejemplos. Dice Dean Ornish, cardiólogo de la Universidad de California, que “la gente tiende a pensar que para que un tratamiento médico resulte eficaz debe incluir un nuevo fármaco, el empleo de un láser o cualquier otra tecnología costosa. Pocos se percatan que las elecciones más simples que hacemos a diario, cómo qué comemos, cómo nos influye el stress, si encendemos un cigarrillo o no, si hacemos ejercicio o la calidad de nuestras relaciones personales, son determinantes para nuestra salud. Mi equipo ha demostrado que un cambio integral en el estilo de vida puede revertir la progresión de la enfermedad coronaria, el cáncer de próstata, la diabetes, la hipertensión, la obesidad, la hipercolesterolemia, y otras patologías crónicas… En realidad, la mayoría puede ir haciendo poco a poco grandes cambios en su nutrición y forma de vida para alcanzar sus objetivos sin medicación”.

Hay pacientes muy entrados en años con sobrepeso, que no caminan, incluso unos beben alcohol y otros fuman, y al mismo tiempo toman más de media docena de píldoras al día para el “colesterol, tensión arterial, diabetes, riego, memoria, circulación, etc.” Es más cómodo tomar varios comprimidos al día que caminar y quedar con algo de hambre, pero hay que explicarle al paciente que caminar y comer poco son dos pilares básicos de la buena salud. “Salud es comer poco, caminar mucho, no fumar ni tomar bebidas alcohólicas”.

Recuerdo que me contaba un paciente que un año antes pesaba 130 Kg., tomaba comprimidos para la hipertensión arterial y se pinchaba dos veces al día insulina para la diabetes. Empezó a caminar 12 Km. al día y a comer menos y un año después pesaba poco más de 80 kilos. Ya no precisaba tomar comprimidos para la presión arterial porque se le normalizó ni pincharse insulina porque la glucosa también descendió a cifras normales. Otro paciente, de 99 años acudía a consulta en una silla de ruedas acompañado de su hija; pesaba 100 Kg. y medía 150 cm. La hija decía que le diese algún spray, a mayores de los que tomaba, porque se ahogaba por el asma; al decirle que tenía que darle menos de comer a su padre y ayudarle a caminar, el marido de la hija refirió que a diario su mujer animaba a su padre -99 años, 100 Kg., 150 cm.- a comer más.

Lo más fácil para el médico, lo que menos le cuesta, es “hacer recetas”. Es más difícil y requiere más tiempo convencer al paciente de que no las precisa, y enseñarle a cambiar el régimen de vida, porque muchas veces hay otras opciones mejores que los fármacos.

2. Lo más importante de la medicina es el tratamiento. No, lo más importante de la medicina es el diagnóstico. Antes de tratar a un paciente es necesario diagnosticar correctamente su enfermedad. Desgraciadamente, en nuestros días, en nuestro país, con una medicina pública como la que tenemos, en la que los médicos son auténticos funcionarios y sus cualidades profesionales no son valoradas, es frecuente que a la entrevista o historia clínica con los pacientes se dediquen escasos minutos, cuando sigue siendo lo más importante para realizar un diagnóstico acertado.

Un reciente informe del Reino Unido estima que un millón de británicos han sido víctimas de incidentes o errores de la sanidad británica cada año, según explica un informe elaborado por el Comité de Cuentas Públicas de la Cámara de los Comunes y publicado en el diario Daily Mail. Pese a que en los doce últimos meses se registraron oficialmente 940.000 incidentes, los autores creen que pueden existir otros 250.000 fallos más que no han sido comunicados a las autoridades. Los incidentes comunicados incluyen desde errores de medicación a interacciones de distintos fármacos hasta la ausencia de equipos de emergencia y la amputación de miembros equivocados. El presidente del Comité, Edward Leigh, ha explicado que los cálculos oficiales indican que uno de cada diez pacientes admitidos en los hospitales del servicio de salud británico fue víctima de algún incidente o error médico o sanitario. “Para colmo desconocemos cuántas personas mueren cada año por problemas relacionados con la seguridad”.

Los errores diagnósticos, probablemente no han sido incluidos en su totalidad porque muchos de ellos no son conocidos ni por el propio médico, y si lo son, no suelen referirse. El diagnóstico es lo más difícil y a la vez lo más importante en medicina.
También, por el enorme narcisismo del médico, es difícil que el médico sea capaz de reconocer que se ha equivocado. Siempre culpará al paciente de que no haberle contado bien las cosas cuando lo entrevistó, o que en el momento de la historia clínica los síntomas eran distintos, etc.

3. Los medicamentos ya no tienen efectos secundarios nocivos. Otra falsa creencia. Todos recordamos las noticias recientes aparecidas en prensa sobre fármacos antiinflamatorios de dos conocidos laboratorios que tuvieron que ser retirados del mercado por los efectos secundarios a que dieron lugar, causando a estas compañías farmacéuticas un importante descenso en el precio de sus acciones. Estamos en un momento de una enorme competencia entre las empresas y en el que el tiempo es oro. Por eso, a veces se reduce el tiempo de los ensayos con los medicamentos antes de ser utilizados en la práctica clínica diaria, y en ocasiones el fármaco tiene que ser retirado por efectos secundarios cuando se introduce en la clínica diaria.

4. Los médicos son todos iguales. No, los médicos no son todos iguales. No son iguales en sus conocimientos, experiencia, sabiduría, inteligencia, sentido común, ni tan siquiera en la bondad u otras cualidades morales o éticas, como no los son cualesquiera otros profesionales que elijamos (fontaneros, abogados, carpinteros, periodistas…). Dice un médico amigo que lo que más desea en la vida es no enfermar, y si no es así, al menos tener suerte para dar con un buen médico.

Un buen médico es prudente y sabe hasta donde puede llegar. En caso que su paciente tenga un problema en el que otros compañeros tengan más experiencia no tiene reparo alguno en consultarles o enviarle al paciente. Lo ideal sería que en la Sanidad Pública se pudiese elegir médico como se hace en otros países europeos. Cuando los pacientes pueden elegir médico, esto obliga a los médicos a competir entre ellos para tener más pacientes y aumentar sus ingresos. No hace muchos años un Presidente de Colegio de España quiso conseguir de las autoridades sanitarias la libre elección de médico para el paciente, y los propios médicos españoles no estaban de acuerdo con esta medida. Aunque la posibilidad de elección de médico fuese mejor para los pacientes, importaba más ser funcionarios, “todos iguales”.

En cualquier caso, si usted enferma, le recomiendo que haga lo mismo como cuando tiene un problema de fontanería en su casa.

Pregunte, entérese acerca de quién podrá solucionárselo mejor y si tiene posibilidades acceda a ese médico que le recomiendan otras personas o médicos de su confianza, y consúltese con él.

Llama la atención como lloramos el gasto ocasionado por una consulta médica privada y no lo hacemos cuando gastamos la misma cantidad en unas copas. Creo que si el médico elegido lo ha atendido bien y le ha ayudado, ese dinero está muy bien gastado.

5. Tenemos una buena sanidad pública en nuestro país. Esta creencia, que los políticos están muy interesados que creamos, aunque luego a ellos se les vea poco por la sanidad pública, me recuerda a mi creencia de juventud, que el pueblo más bonito del mundo era El Pindo, en La Coruña, el pueblo donde nací. Cuando viajé y conocí otros sitios maravillosos me di cuenta que el paisaje de El Pindo no era el más bello del mundo.

En una buena sanidad pública el paciente puede elegir médico general y especialista, puede telefonearles o comunicarse por e-mail con ellos cada vez que lo necesita para hacerle preguntas relacionadas con la evolución de su enfermedad o consultarle problemas que puede tener con el tratamiento; no tiene que esperar para ser visto en consulta o ser intervenido de procesos serios (un cáncer de pulmón, por ejemplo) y puede elegir hospital en caso de necesitar hospitalización. En la sanidad pública de nuestro país, en general, no se da ninguna de estas condiciones. No hay libre elección de médico general ni de médico especialista, para las primeras citas con el especialista hay que esperar varias semanas o meses y las revisiones posteriores están programadas y el paciente no puede visitarle cuando lo necesita y si surge un problema antes de la próxima revisión tiene que acudir a urgencias; el paciente solo puede comunicarse con el médico cuando acude a la consulta programada, la espera para ser intervenido de un cáncer de pulmón pueden ser de varias semanas o incluso meses, y no puede elegir cirujano u hospital. Además, cuando acude a la consulta de un médico especialista puede encontrarse cada vez con uno distinto y esto también puede sucederle con el pase de vista diario si está hospitalizado.

Hace muchos años, un médico, uno de los mejores que he conocido, me decía, recién finalizada mi carrera, que este sistema que se iba a poner en marcha, el del seguro obligatorio de enfermedad, no le gustaba porque el paciente ya no podría elegir médico, como lo había hecho hasta aquel momento con el sistema de “igualas” (un pago anual al médico que el paciente escogía), que le permitía cambiar de médico cuando no estaba satisfecho con la atención prestada. Aquel sistema de abonos estimulaba a los médicos para hacer lo mejor posible su labor, al tener que competir con otros, para tener más pacientes “igualados”. Cuando uno conoce la buena atención médica privada de nuestro país y de otros países occidentales, la diferencia en el trato, información sobre el proceso que padece, disposición personalizada continua del médico, hostelería hospitalaria, etc., la opinión de muchas personas sobre nuestra sanidad pública me hace recordar la creencia que tenía en mi juventud con respecto a la belleza de mi pueblo, que era el más bonito del mundo. Era lo único que conocía. La única atención sanitaria que conoce mucha gente en nuestro país es la pública.

Mi nota, a la Sanidad Pública de nuestro país, no llega al aprobado.

“No estés nunca absolutamente seguro de nada” (Bertrand Russell)

2017-01-23T14:37:05+00:00 01 / 01 / 2006|Opinión|